domingo, 28 de marzo de 2010

“LA PROTECCIÓN Y LA PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS, NIÑAS, ADOLESCENTES Y JÓVENES EN EL ACTUAL PROYECTO DE LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL” Ponencia presentada en la Audiencia Pública para debatir el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

SÍNTESIS DIAGNÓSTICA
Se sabe que el mundo avanza en la construcción de la sociedad del conocimiento.
Cuando vemos la televisión abierta argentina muchos nos preguntamos, con malestar, si nuestro país no ha quedado al margen de dicha sociedad en la que la información, la cultura y la educación, entendidos como bienes sociales, ocupan un lugar predominante y constituyen la “materia prima” fundamental para el desarrollo integral de las naciones y la producción de los ciudadanos que el mismo reclama en el siglo XXI.
Una de las características de la sociedad del conocimiento es la importancia cada vez mayor de los medios de comunicación social -en particular los audiovisuales- como parte sustantiva de la cultura de las sociedades, agentes socializadores y educativos de primer orden -que se agregan a los tradicionales; familia, escuela- y su centralidad en cuanto espacios de circulación de información, conocimientos y bienes culturales decisorios en la construcción de las identidades e imaginarios colectivos, además de la creciente importancia económica del campo simbólico.
La segunda carcterística a destacar es el pasaje de “los medios” a una multimedialidad (prensa, radio, televisión, Internet, informática, telefonía celular, etc.) que constituye sistemas sinérgicos en los cuales se conjugan medios, soportes, industrias culturales y lenguajes hasta hace poco tiempo separados. El audiovisual es el núcleo de esta convergencia que no es solo tecnológica, sino también empresarial y de mercados. La convergencia empresarial se expresa en las tendencias a la conformación de grandes conglomerados multimediales integrados vertical u horizontalmente que, cuando quedan librados exclusivamente a la lógica del mercado, desembocan en monopolios u oligopolios a través de intrincados procesos de compras y fusiones que determinan un control férreo de los mercados que se cierran a la competencia, la opacidad de las interrelaciones y ramificaciones entre ellos y con fuentes de financiamiento que se desconocen u ocultan, la ausencia de diversidad cultural; es decir de distintas voces y miradas, que den cuenta de las multiples regiones y realidades sociales y culturales de cada sociedad y del mundo. De allí la imperiosa necesidad de la intervención reguladora del Estado tal como sucede en casi todos los países. La convergencia de mercados significa la constitución de un gran mercado segmentado a nivel global, donde cada uno de los segmentos sociales tiende a ser abastecido por las mismas empresas y con los mismos discursos informativos y culturales, independientemente de su localización territorial.
Las distintas estrategias que aplican estos conglomerados para controlar las estructuras políticas de las democracias representativas y los procesos de formulación de leyes y políticas que pudieran afectarlos se despliegan en una gama que va del sostén del poder político -aunque se trate de dictaduras militares- cuando los favorece, a la cooptación de voluntades de los parlamentarios y dirigentes con capacidad de decisión mediante sobornos o chantaje hasta el enfrentamiento brutal y directo cuando el poder político no se somete a sus dictados. Se trata de la “fabricación de visiones del mundo” (Terrero; 1997) para la construcción de la realidad mediante un proceso de guerra simbólica mediante la imposición de sentido como una eficaz forma de control social. Estos dispositivos otrora usados por los regímenes totalitarios y las guerras imperiales, han sido resemantizados y refuncionalizados por los grandes conglomerados privados de la comunicación social, siendo objeto de análisis de numerosos especialistas del mundo (Mattelart; 1997; Bourdieu; 1996; Sartori; 1989, Bustamante-Zallo; 1988; Sartori; 1989; Chomsky; 1992; Blaustein-Zubieta; 1998; Agencia ANDI, 2000; Serrano; 2009, entre muchos otros).
Estos fenómenos que hoy se despliegan ante nuestros ojos, no sólo son violatorios de las libertades de expresión e información, sino que suponen procesos de expropiación de identidad de raíz autoritaria ya que se basan en la construcción de estereotipos y amalgamas ideológicas que implican un deterioro, no sólo de la institucionalidad democrática, sino de la cultura de la sociedad.
La tercera característica es que el audiovisual comprende en la actualidad, no sólo los medios “tradicionales” como el cine, el video y la televisión en sus distintas modalidades, sino también, Internet, informática, videojuegos, telefonía celular y telecomunicaciones en general. Este pasaje de “los medios” a un entorno audiovisual multipantalla tiene una poderosa incidencia en todos los ámbitos de la vida; laboral, económico, político, cultural, educativo, etcétera.
Se observa que las distintas innovaciones vinculadas a las TIC tienen como terminal una pantalla. Lejos de tratarse de un asunto meramente técnico o tecnológico, esto supone una reestructuración de las relaciones y prácticas sociales que atañen al espacio público y al espacio privado, las cuales tienen por denominador común dos tendencias contrapuestas: una hacia la uniformación de patrones informativos y de contenidos y, por ende, la homogenización de los imaginarios e identidades colectivas –es decir al arrasamiento de la diversidad cultural y las identidades diferenciadas que la constituyen- y otra hacia la fragmentación. De este modo se establece una nueva frontera de diferenciación social -denominada piadosamente “brecha digital”- según la cual la distribución de los distintos bienes simbólicos, como la educación, la cultura, la información y el saber, hoy determinantes de la calidad de la inserción en la sociedad del conocimiento, tanto de los países y regiones como de los distintos sectores sociales de ellos, sea cada vez más desigual e inequitativa.
La ausencia de diversidad cultural y el cercenamiento de la libertad de expresión en la pantalla de la televisión privada argentina es verificable por la invisibilidad de ciertos sectores sociales y culturas, expresiones y realidades y la sobre presencia de otros, en muchos casos distorsionada o estereotipada. Entre ellos: las producciones del interior del país y las de América Latina –excepto la telenovela-; los pueblos originarios, la tercera edad, la infancia, los inmigrantes, los jóvnes, las mujeres, etcétera. Al negar el derecho a la visibilidad y la presencia de los actores, las culturas y realidades de zonas y poblaciones enteras y a partir del desconocimiento, la ignorancia y las versiones estereotipadas de ciertos actores sociales, regiones y países, no solo se mutila el desarrollo social y cultural sino también se obstaculiza la integración nacional y subregional. Más allá de las declaraciones oficiales sobre integración cultural regional, es la telenovela el producto que más aporta al mutuo reconocimiento de nuestras sociedades.
Si bien este problema comprende a toda la población, afecta sobre todo a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes y, obviamente, a la educación.
Los contenidos que se imparten en la educación formal compiten o “no sintonizan” con esta realidad. Ello ha provocado que la escuela reciba un nuevo tipo de alumno que se enfrenta al aprendizaje desde una experiencia marcada por la mediatización de la sociedad en la que vive y por su relación con los medios de comunicación. Se produce entonces una brecha entre un conocimiento, el que traen los alumnos y otro, el procura impartir la escuela centrado en la “galaxia Gutemberg”, el cual se traduce en un desencuentro o en conflictos, entre profesores y alumnos. Según Jesús Martín Barbero (1998), “los medios significan para la escuela un reto cultural que hace visible la brecha cada día más ancha entre la cultura desde la que enseñan los maestros y aquella otra desde la que aprenden los alumnos”. El autor afirma que hay diferentes “destiempos en la educación: de tipo socioeconómico, de desniveles tecnológicos, de los modelos de comunicación que subyacen en la educación y afirma que las escuelas siguen fijadas en esquemas ya obsoletos”. Los profesores conviven con esta brecha y sufren sus consecuencias, pues no han sido preparados para reconocer y dar respuesta al impacto que tienen los medios en la construcción del conocimiento y el desarrollo emocional, y en la formación de las actitudes y valores de sus alumnos. Los diferentes sistemas educativos han incorporado algunos (aunque escasos) contenidos sobre los medios de comunicación de masas sobre todo en el área de Lenguaje y Comunicación pero la mayoría de los docentes no han recibido preparación suficiente para impartirlos. Mucho mayor atraso existe en estos temas en nuestro país, en particular en ciertos campos que actualmente se están expandiendo en el mundo; entre ellos la Educación en Medios o la Educación en Recepción Crítica de Medios, la educación a través de los medios en sus distintas funciones que van desde la difusión de la cultura, las ciencias y las artes hasta las complementarias de la educación formal y las sustitutorias de la misma bajo la forma de sistemas de educación a distancia basadas en la articulación Televisión-Internet-Telecomunicaciones.
Ante esta realidad muy sucintamente descrita, las voces mas autorizadas proponen la generación de “espacios educadores” en diferentes instancias de la vida social, aprovechando para ello, en primer lugar, todos los recursos que nos brinda el nuevo entorno multipantalla en el que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes viven inmersos. Algunos de estos autores califican de “sociedades abusivas” -en el sentido de atentar contra los derechos humanos universalmente consagrados a la educación y la cultura- a las que no aprovechan estos recursos como oportunidades de enseñanza-aprendizaje formales, no formales e informales.
En la Argentina, las estadísticas disponibles sobre la programación de la televisión abierta o por antena señalan que vivimos en este último tipo de sociedades, en la que además además, los derechos a la identidad y la diversidad cultural de la sociedad y a las libertades de información y expresión de los ciudadanos son vulnerados. Mayor gravedad reviste la situación de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, en relación a los cuales la televisión concentra reiteradas violaciones a la Convención Internacional de los Derechos del Niño, el Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos (OEA, 2000) y la Convención Internacional para la Preservación y la Promoción de la Diversidad de los Bienes Culturales suscrita por todos los países del mundo –salvo dos- en la UNESCO (2005 /2007), documentos que tienen rango constitucional en nuestro país.
Catorce años después de la reunión del Comité de los Derechos del Niño en Ginebra, se verifica la falta de respuestas satisfactorias a los tres interrogantes básicos que plantea el “Apartado sobre los Niños y los Medios de Comunicación” y las principales recomendaciones para dar respuesta a los mismos. Estas carencias se conjugan con la crisis de los sistemas educativos formales y la intensificación de los procesos de descentralización, multiplicación y dispersión de las informaciones y fuentes de conocimiento, que constituyen un contexto educador ampliado cuya incidencia, en muchos casos negativa, es superior a la de los procesos enmarcados por las fronteras de la escuela.
Los estudios sobre la programación de la televisión abierta realizados por varias instituciones del país señalan:
• En 2009, la programación dirigida a los niños representa solo el 4% del total y la divulgación cultural y educativa el 3%. En los canales públicos ésta ocupa el 9% mientras que en los privados sólo representa el 1% y la de infantiles es del 6% en los primeros y del 3% en los últimos. Los canales privados dedican mas del doble que los públicos a la emisión de ficción (series, películas, telenovelas).
• Las horas de programación de ficción son de procedencia importada.
• El canal público es el único de los 5 canales abiertos que ha emitido documentales (169 horas) durante el trimestre os canales.
• Del total de la programación infantil emitida 345 horas provienen de Estados Unidos y 284 son de producción propia de los canales públicos de Capital y la región AMBA.
• La programación de ficción comprende 647 horas de series de origen estadounidense, 157 horas de terceros (productores nacionales externos al canal), y 571 horas de origen latinoamericano. Estas dos últimas cifras corresponden a telenovelas. Los canales no tienen prácticamente producción propia de ficción, excepto Canal 7 (16 horas) que es también el único que difunde cine europeo.
• Algo semejante sucede con los programas educativos y de divulgación cultural y los documentales; su presencia mayoritaria o exclusiva es en los canales públicos y del total de horas transmitidas (116) 66 son de producción propia (educativos y culturales), 34 de terceros y 16 provienen de Europa.
• La característica asumida por los canales de antena es la de constituirse en retransmisores de la programación producida y adquirida en y para la ciudad capital al resto del país.
• Un estudio realizado en 2004 arrojaba resultados similares, con la diferencia que la programación infantil registrada entonces era del 4,6% sobre el total de horas transmitidas por los canales de antena de Capital.
• Un estudio sobre el índice de calidad de la televisión argentina, realizado por la Universidad Austral con el auspicio de la Cámara Argentina de Anunciantes, encontró que el 92% de los programas de entretenimiento analizados utiliza un lenguaje vulgar, el 55% de los programas de ficción transmite disvalores como la mentira y el engaño y el 60% de los noticieros utiliza recursos de ficción para dar a conocer las noticias”. La “editorialización” vertida como si se tratara de información neutra, “la tendencia a presentar los temas siempre con bandos enfrentados en donde es más importante la disputa que la naturaleza del tema en sí, el tratamiento de la femineidad absolutamente estereotipado hacia la posición de objeto sexual o de ser esencialmente débil y un marcado sesgo cultural etnocentrista”, son las características principales de los noticieros.
• Otro estudio, esta vez del COMFER, constata que el Índice de Violencia en la TV abierta es del 68% en los programas de la categoría Entretenimiento, de 75% en los Noticieros y que 7 de cada 10 programas de Ficción contienen violencia. Asimismo comprueba que en los dibujos animados y en el animé japonés el índice de violencia figura entre los más elevados. El estudio señala que en la TV abierta se muestra un acto de violencia cada 15 minutos y esto sucede a toda hora y que los contenidos con elevado índice de violencia aumentan los fines de semana.
• De manera adicional a la exposición durante cuatro horas diarias promedio a este tipo de televisión, los niños y jóvenes no cuentan con espacios que atiendan a sus reales necesidades de desarrollo cultural y esparcimiento, fuera de la escuela. Es así que la oferta de la “cultura de la diversión”, inscrita en la lógica de la violencia, la banalización y el consumo indiscriminado, experimenta un crecimiento invasivo, con eje en el audiovisual, la música y los “boliches” nocturnos. Ante este fenómeno de mercantilización extrema de la vida de los niños y jóvenes, otras opciones culturales son desplazadas o reducidas al mínimo.
• Librado a su propia dinámica, el mercado como organizador absoluto de la circulación de bienes materiales y simbólicos, tiende a reproducir y profundizar las desigualdades de todo tipo que signan la dinámica de las relaciones de poder. En las industrias culturales y medios de comunicación esta situación reviste singular gravedad, puesto que se trata de mercados controlados por escasos conglomerados integrados, vertical y horizontalmente, nacionales y multinacionales, en los que al acceso segmentado y desigual a los bienes simbólicos se superpone a la baja calidad de la oferta predominante. De esta situación se derivan procesos de expropiación de identidad y desposesión de ciudadanía de los niños, adolescentes y jóvenes que deben verse como promotores o reproductores de las condiciones de vulnerabilidad social.

• La representación de la infancia en la TV
La manera en que los medios retratan a los niños y niñas tiene un profundo impacto en la actitud de la sociedad hacia la niñez, y esto también afecta la manera en la que los adultos se comportan.
Los niños suelen ser “noticia”. El problema es qué es aquello que los instala como noticia para los medios. ¿Qué elecciones prioriza la cobertura periodística para transformarlos en noticias?. La mayoría de las veces aparecen ya sea como víctimas (abandonados por sus padres, disputados en alguna contienda matrimonial, abusados sexualmente, secuestrados, involucrados en alguna guerra, huérfanos después de una masacre, desaparecidos, desnutridos) o como victimarios de hechos de violencia, vinculados a acciones publicitarias, como modelos que anuncian o acreditan algún producto o servicio o como modelos sobresalientes a seguir e imitar para lograr el “éxito”. El niño-objeto para la diversión de los adultos es el que se propone como modelo exitoso, suele aparecer en los programas dirigidos al entretenimiento adulto quien bajo la presión del conductor o conductora de turno se ve obligado a actuar y competir con otros niños, compulsivamente incitado a asumir actitudes sexuales propias de los adultos y violentado en su intimidad y en las normas jurídicas referidas al trabajo infantil . .
Los jóvenes son noticiables en dos aspectos: por su imagen de despreocupada alegría y belleza –en general los pertenecientes a los sectores sociales altos y medios- o bien, por la pasión delictiva que pareciera ser el “sello” distintivo de los provenientes de los sectores pobres; drogadicción, delincuencia, violencia, etcétera. A ellos parece reservarse la imagen del pibe-chorro, construida mediante un estereotipo que asocia condición social, etapa etaria y peligrosidad o amenaza.
Estas representaciones de la infancia en los medios ponen de manifiesto que los niños "interesan" fundamentalmente como imagen asociada al éxito o al consumo o bien se vuelven tema digno de tratamiento periodístico cuando la información tiene el atractivo sensacionalista de lo violento.
Pareciera entonces que los medios tienen dos miradas sobre la infancia y es por ello que puede hablarse de una estigmatización en dos sentidos. La infancia de los niños víctimas o agentes de violencia, “los menores”, y la infancia de los niños
cuya vida, lejos de ser conflictiva, es presentada como modelo de éxito a seguir: se trata en este caso de niños y niñas que se destacan de los demás por ser actores, modelos, deportistas o "pequeños genios". Aquí lo que se valora es que a pesar de su corta edad hayan llegado a un "lugar exitoso", omitiendo por supuesto los sacrificios y frustraciones que seguramente también han de experimentar.
Ya sea desde lo positivo y aceptado, la infancia del "niño exitoso", o desde lo negativo y excluido, la infancia del "menor marginal", se construyen en los dos casos, estereotipos de lo que es ser niño o niña y ninguna de estas percepciones presenta a los chicos como sujetos de derechos, deja escuchar sus reclamos, sus deseos, sus preocupaciones o sus inquietudes, ni respeta su intimidad.
Las elecciones en el tratamiento de la niñez y adolescencia pueden interpretarse como la actitud de una sociedad que convierte al niño en minusválido y en mudo, como un objeto y no como un sujeto de derechos. El problema de esta construcción estereotipada radica en que la visión desde la cual se habla de la niñez es siempre la visión adulta. Mientras los medios y los adultos no permitan que sean los propios chicos y chicas quienes hablen por ellos, difícilmente dejarán de ubicarlos en el lugar de objeto para percibirlos como ciudadanos con una visión propia de la vida.
• El “horario de protección al menor” y la calificación de películas por la CAEC, que funciona en el INCAA, son las únicas normas existentes para regular la relación de los niños y los sistemas audiovisuales. Con todo que necesarias resultan en la actualidad insuficientes y son continuamente transgredidas, poniendo el dramático atraso del país en la materia. Mientras los clissés discursivos aluden a los niños y jóvenes como al futuro de la Nación, en el presente se les expropia su condición de sujetos y de ciudadanos, la que se limita al “horario de protección al menor”…
• Las aberrantes formas que ha asumido la violencia física hacia –y en algunos casos entre- niños, adolescentes y jóvenes, lo cual los torna igualmente víctimas, solo pueden explicarse por la naturalización previa de la violencia simbólica que los transforma en objeto, sea de los adultos, del inescrupuloso mercado de la cultura de la diversión, del consumo exacerbado, o bien las fantasías de él.
Los especialistas Núñez Ladevéze y Pérez Ornia han acuñado el concepto de “disonancia pragmática”, para “explicar la contradicción, tantas veces detectada, entre los criterios de los tutores y responsables de la audiencia infantil acerca de la mala calidad de la programación y su conducta como responsables de los niños, que les permite ver aquello que no consideran recomendable. En realidad, se trata de un caso particular de un conflicto más amplio que permite explicar el conflicto en las audiencias entre sus valores estéticos y sus criterios morales y sus pautas de conducta como audiencia televisiva.(…) Si a la adaptación a la voluntad del niño se suma la indiferencia o la falta de participación activa de los responsables de su formación, quedarán reforzadas las tendencias infantiles más propensas al individualismo, que no sólo es efecto del consumo, sino también de la actitud moral predominante al menos en Occidente. Se predica la solidaridad en los discursos y se fomenta en los sentimientos, pero a partir de una moral conceptualmente individualista. En la relación del niño con el televisor se proyecta este individualismo moral. Puede servir de muestra la inhibición paterna en la tarea educativa. Por un lado, puede ser una manifestación de esa forma de ceder al capricho del niño que, naturalmente, tiende a lo más fácil, mientras no se le enseñe lo contrario o se condicione su elección.(…) Pero lo que queda más claro es una cierta contradicción entre unos planteamientos que tienden a exaltar los valores de solidaridad, igualdad y libertad y una forma de ejecutarlos, así como un ambiente social, que favorecen el individualismo, promueven el consumismo y fomentan el relativismo normativo” .
Por su parte, José Manuel Pérez Tornero se refiere al desencuentro entre educación y comunicación mediática al afirmar: “Cuando diseñamos las instituciones y los métodos que se han de relacionar con el cultivo de la inteligencia humana –especialmente los sistemas de enseñanza- lo seguimos haciendo en términos de unas tradiciones comunicativas que estaban abrumadoramente en una sola dimensión de la capacidad lingüística: la relacionada con el lenguaje verbal”. Es decir, no se ha tenido en cuenta, por ejemplo, la necesidad de introducir el concepto de alfabetización audiovisual en la enseñanza formal.
• En materia de cine, la Argentina presenta una producción bajísima de filmes dirigidos a los niños. Son los filmes de las majors de Hollywood, los que suelen ocupar alrededor de los siete primeros lugares entre los 10 ó 15 más taquilleros de cada año, congregando entre más de 2 millones a hasta algo menos de un millón de espectadores. En 2003, ellos fueron Buscando a Nemo (2,1 millón de entradas vendidas), Matrix: Recargado (2,0 millones), El señor de los anillos: las dos torres (1,7 millones), Todopoderoso (1,5 millones), La maldición del Perla Negra (1,4 millones), Terminator 3 (1,3 millones) y Matrix: Revoluciones (1,1 millones). El film para adolescentes “Bandana, seguir intentando” del multimedio Telefe, logró ubicarse después de los citados y antes de “Hulk” (620.000), “Tierra de osos” (475.000) y “Harry Potter, la cámara secreta” (456.000). A estos les siguieron en orden decreciente “ La leyenda de Simbad”, “Looney Tunes”, ”Scooby-Doo” y “El viaje de Chihiro”. Excepto esta última, una notable producción japonesa, la mencionada “Bandana…” y “El señor de los anillos, las dos torres” de Nueva Zelanda, el resto de los títulos provino de las majors estadounidenses o fueron co-producciones con ellas. En 2004 el ranking fue encabezado por “Sherek 2” (2.9 millones de espectadores), seguida por un film para adultos (“La pasión de Cristo” con 2.5 millones) y por la argentina “Patoruzito”, de Patagonik Film Group -filial de Disney con participación accionaria del Grupo Clarín y Telefónica de España- que convocó a 2.1 millones, antecediendo a “El señor de los anillos, el retorno del rey” (más de 1.8 millones). Después de estos títulos, de los 7 filmes que superaron el millón de espectadores seis fueron de los Estados Unidos y el último argentino, “Luna de Avellaneda” con 1.04 millones, seguida de cerca por “Los Increíbles”, producida por Pixar, luego adquirida por la corporación Disney.
Un esquema similar se repitió en 2005, año en el que “Madagascar” , con 2.256.552 espectadores fue el primero de la lista, seguido por el film argentino “Papá se volvió loco” -de Argentina Sono Films y el multimedio Telefe- con 1.7 millones, “La guerra de los Mundos” con más de 1.5 millones, “Los Fockers, la familia de mi esposo”, con 1.3 (éstas últimas para todo público); “Harry Potter y el
Un fenómeno similar pudo observarse en 2006, cuando se estrenaron 64 títulos argentinos, la mayor parte de los cuales no alcanzó los 50.000 espectadores. Los títulos mas vistos de este año fueron “La era del hielo” con 2.311.000 espectadores (casi US$ 6 millones de recaudación); “Las crónicas de Narnia” con 2 millones de espectadores, habiendo llegado a los 1.7 a las cuatro semanas de su estreno, (con una recaudación total de US$ 4.400 millones); “Piratas del Caribe, el cofre de la muerte” con más de 1.5 millones de espectadores y US$ 4.160 millones de recaudación; “Cars” , otro hallazgo de Pixar, con 1.1 millón de espectadores recaudó casi 3 millones de dólares en el mercado argentino. Por debajo del millón de espectadores estuvieron “Vecinos Invasores” (950.000) y “X-Men la batalla final” (760.000); “Misión Imposible” (526.000); “Superman regresa” (515.000) y “Poseidón” (500.000).
Para los adultos, entre las extranjeras superó el millón de espectadores, “El código Da Vinci” (1.5 millones y 4.2 millones de recaudación) y el ranking de los 10 estrenos nacionales de mayor éxito estuvo encabezado por el film ATP “Bañeros 3; todopoderosos”, que con 1.044.664 espectadores recaudó 2.866.035 dólares. Hubo este año dos estrenos nacionales para niños; el filme de animación de Patagonik “El ratón Pérez” que logró 870.000 espectadores y US$ 2.175.000 de recaudación y “Patoruzito 2, la gran aventura” del mismo sello, que no alcanzó la performance de la primera, congregando solo a 300.000 espectadores. Hubo cinco estrenos nacionales para adultos que no superaron los 200.000 espectadores (“Crónicas de una fuga”; “Las manos”, “Derecho de familia”, “El método” y “Fuerza Aérea Sociedad Anónima”), uno que bordeó los 50.000 espectadores (“El custodio”) y otro ATP, que apenas llegó a los 43.200 (“Cara de queso”).
• En materia de TV cable, de las mas de 100 señales comercializadas, las dirigidas a los niños son 9 y excepto Magic Kids, del grupo “mixto” Pramer, el restos proviene de Estados Unidos y están asentadas en Miami, capital del entretenimiento latinoamericano.
• En el mercado de los videojuegos, disputado por empresas japonesas, algunas europeas y otras de Estados Unidos, este último país ha tomado la delantera. Es este un universo de violencia al que los niños, adolescentes y jóvenes pueden dedicar entre 3 y 8 horas diarias. La violencia opera aquí a dos niveles, el de los contenidos simbólicos de la mayor parte de ellos -donde el juego consiste en matar o morir, dañar o ser dañado- y el del lenguaje, estructurado por una sucesión veloz de efectos de imagen y sonidos onomatopéyicos que exacerba la psicomotricidad en procura de mantener la atención constante, mientras bloquea las facultades en las que interviene el pensamiento complejo; los procesos de reflexión y análisis cuyas deficiencias tanto obsesionan a los maestros.
• Según un estudio sobre consumos culturales realizado por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la Nación, el 54.1% de los encuestados de entre 12 y 17 años y el 49.9% del grupo de entre 18 y 34 años, no leyó ningún libro en el transcurso del último año y de los que dicen haberlo hecho manifiestan haber leído un libro cada tres meses. Los seis libros más leídos en orden decreciente de importancia resultaron ser: la Biblia, Harry Potter, El Alquimista, El Código Da Vinci, El Camino de la Felicidad y El Señor de los Anillos. Aunque en ambos grupos de edad el uso de Internet oscila en torno al 84%. El promedio de horas diarias de visionado de televisión es de 3.7 para el primer grupo de edad y de 3.5 para el segundo. Dentro de este promedio, varios estudios han encontrado que los chicos de los sectores pobres son los que más horas pasan frente al televisor. El sello que los distingue es la pobreza de su lenguaje y la posesión de una cultura casi exclusivamente televisiva. Como en general provienen de hogares deteriorados por la desocupación y la exclusión social, ellos pasan por la escuela con las capacidades de aprendizaje severamente disminuidas. Suponer que la educación formal podrá remediar por sí sola su falta de acceso a otras fuentes de cultura, conocimientos e identidad, no pasa de ser una creencia mágica. Sindicar a la escuela como la única ”culpable” de tal catástrofe es una de las coartadas preferidas de des-responsabilización.
• El 44.1% de los encuestados de entre 12 y 17 años y el 43.9% de los de entre 18 y 34 años declara haber ido al cine en los tres meses anteriores a la encuesta, pero el grueso de ellos pertenece a los sectores medios y altos. La asistencia al cine es mucho menor entre los de nivel socioeconómico bajo y los que habitan en el interior del país. Las principales razones para la elección de una película son, en orden decreciente de importancia, el género, la recomendación, la publicidad, los actores. El 54% reconoció que ve cine a través de la televisión paga, el 34% en video y entre el 17 y el 14% lo hace por televisión abierta. Pero el 88% declara escuchar radio, siendo la FM la frecuencia preferida y la razón predominante (82%) la música. En esta frecuencia, como se sabe, predominan la de origen norteamericano y el rock nacional.
• El acceso a la conectividad, en cuanto vínculo físico con las computadoras e Internet, pese a su importancia, no es el factor de mayor peso en los actuales procesos de diferenciación social. directamente vinculados a la construcción de ciudadanía y a la democracia. Es la mercantilización extrema a la que están sometidas las industrias culturales, los medios de comunicación social y las TICs, determina graves desigualdades sociales y territoriales en materia de acceso y participación en la cultura y el conocimiento que vulneran estos derechos. Los sectores sociales sin suficiente poder adquisitivo y las zonas que no constituyen mercados significativos, son simplemente dejados de lado por el sector privado. Las estadísticas-promedio sobre acceso a las TIC encubren una cartografía de distribución social y territorial signada por grandes desequilibrios. Este patrón de desigualdad, se reitera en los diferentes consumos culturales y medios de comunicación social; desde la computadora hasta la televisión paga, los libros y el acceso al cine. Por ejemplo, el 60% de los chicos de nivel socioeconómico alto usa la computadora a diario, el 34% en la clase media y el 11% en la baja. Si bien la penetración de esta tecnología alcanza al 6,6% de los hogares, el 90% de las conexiones de banda ancha a Internet se concentra en cuatro distritos que son los de mayor nivel de desarrollo, sólo la Ciudad de Buenos Aires tiene el 35,60%, frente al 0,10% de las provincias de Jujuy y Formosa.
• Es en la división entre el conocimiento científico disponible, que constituye un producto social -o un bien público-y su apropiación por escasos individuos y grupos donde reside el “núcleo duro” de la brecha digital. Ella consagra y cristaliza la forma más severa de fragmentación social: entre el sector de los “entendidos o conocedores”, relacionados al mundo académico, el poder económico y los procesos de acumulación de capital y, por otra parte, el de los “entretenidos o consumidores”, constituido por los sectores sociales excluidos del acceso al conocimiento y la adquisición de los nuevos perfiles laborales que demanda la economía basada en el mismo. Este es “el” problema que afecta el desarrollo de la mayor parte de las sociedades y la principal contradicción del nuevo modo de acumulación: mientras las TIC, la digitalización, la convergencia y otras innovaciones multiplican las redes telemáticas poniendo de relieve la hiperabundancia de canales para la circulación de informaciones de distinto tipo y se incrementan las posibilidades de intercambio e interacción, poniendo de relieve el carácter social del conocimiento, más se concentra la apropiación privada del mismo para transformarlo en mercancía. En el universo de los “entretenidos”, la cultura y la concepción del mundo hegemónicas son las de Estados Unidos, naturalizadas como sinónimo de “universales” o “democráticas” y los únicos nvalores que importan para calificar a las personas están dados por el consumo de distinto tipo de bienes y servicios.
• De los datos anteriores surge la evidencia de que los niños son ubicados por los medios audiovisuales como “objetos para el consumo” por parte de un mercado controlado por un puñado de conglomerados -y a veces objeto para la diversión de los adultos- antes que en su calidad de sujetos de derecho y ciudadanos plenos, cuyo desarrollo compete tanto a las familias como a todas las instituciones sociales. Este tipo de prácticas constituye un ejercicio de la violencia simbólica hacia los niños. Es obvio señalar que el peligro de naturalizar en la sociedad la noción de que los niños son “objeto de” u “objeto para”, consiste en que de esta teoría justificatoria se seguirán, necesariamente, prácticas sociales violentas y denigratorias hacia ellos.
Las cifras anteriormente citas y otras que sería demasiado extenso exponer aquí, demuestran que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes constituyen el principal mercado del campo audiovisual, tanto en Argentina como en el resto del mundo. Pero si el mercado tiene por función formar consumidores, des-responsabilizándose de los efectos de su accionar, los ciudadanos y sujetos creativos, críticos, solidarios y responsables, se forman mediante la cultura y la educación. Garantizar que este objetivo se cumpla es una potestad indelegable de todo Estado democrático.
LOS AVANCES MAS SIGNIFICATIVOS EN RELACION A LA INFANCIA Y LA JUVENTUD DEL PROYECTO DE LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL
Si bien ninguna ley cambia per se problemas complejos, de larga data y pluricausados, es a partir de un marco jurídico transformador que podrán revisarse y revertirse las situaciones de injusticia, vulnerabilidad y a-culturación extremas que afectan a la infancia y la juventud argentinas en sus relaciones con los medios audiovisuales.
La serie de mediaciones e instituciones que la ley y su posterior decreto reglamentario crearán e impulsarán conforman un cambio cultural de los más importantes de los últimos decenios, en tanto significarían la restitución de derechos cotidianamente vulnerados de manera impune a los sectores más débiles de nuestra sociedad, aquellos que desde el discurso se afirma proteger y defender. Este sería un hito en la construcción de una cultura de los derechos humanos en la sociedad argentina, cultura sin la cual no hay marco jurídico, por excelente que sea, que pueda prevenir ni dar respuestas a las prácticas que los niegan.
Si acogemos el concepto de cultura de los derechos humanos del profesor Longo que afirma: “Hablar de cultura de los derechos humanos significa hacer referencia aquella operación cultural a través de la cual los derechos se traducen en valores, normas, actitudes, orientaciones que inspiran los comportamientos de las personas consideradas singularmente o colectivamente, en una palabra, un sistema cultural de referencia complejo” (Di Cristofaro Longo; 2002) estamos aún lejos de experimentar esta dimensión de la cultura, dado el abismo existente entre los niveles declaratorios de los derechos y de realización de los mismos, de modo que se traduzcan en experiencias comunes constantes y en un aprendizaje de individuos y comunidades.
Esto ha originado que muchos derechos humanos fundamentales constituyan para algunas realidades socioculturales meros mitos de la cultura occidental, conceptos vacíos, en tanto no se aplican o rige al respecto una “doble moral” que profundiza el abismo entre los preceptos enunciados y las prácticas sociales; económicas, políticas, educativas, culturales y comunicacionales realmente existentes, toleradas y, en algunos casos, alentadas.
En palabras del autor, en estos casos, se vive una realidad de “suspensión cultural” plena de paradojas, como la de enarbolar la validez de los derechos humanos como cultura mundial de referencia, pero al mismo tiempo aceptar su precaria realización o su negación con respecto a ciertos grupos, sectores o zonas geográficas.

Cabe, entonces, destacar que es la primera vez en la historia de la legislación en la materia en nuestro país que la relación entre la televisión y los niños es ubicada en el marco de los derechos de la infancia y de los derechos culturales que deben regir la vida de toda sociedad civilizada y democrática. Si estos derechos no se encarnan en prácticas sociales concretas seguirá profundizándose la situación esquizofrénica de “suspensión cultural”. Para superarla, tanto en el caso de la infancia como en otros, no cabe ninguna duda que la comunicación audiovisual puede y debe desempeñar un papel de primer orden.
En tal sentido el Art, 17 del Proyecto en debate constituye un texto paradigmático que impulsa transformaciones avaladas por la Convención Internacional de los Derechos del Niño y los documentos internacionales referidos a la relación niños-medios audiovisuales. También avalan el texto las políticas adoptadas por los países mas avanzados en la materia. Cabe destacar como punto fundamental de este artículo, la creación del CONSEJO ASESOR DEL AUDIOVISUAL Y LA INFANCIA y sus funciones, así como la Educación en Medios .
Otros artículos que constituyen aportes significativos y complementan y refuerzan los enunciados del Art. 17, dándoles consistencia para su instrumentación práctica son:
En el Art. 15 las definiciones de PROGRAMA EDUCATIVO y PROGRAMA INFANTIL.
El Art. 60 (páginas 92 a 94) que refiere a los CONTENIDOS.
El Art. 63, pág. 95 cuando menciona la Ley Nº 26.061.
El Art. 64 (pag. 98) en las notas al pie, punto j)
El Art. 72, en los puntos g) y h) referidos a publicidad.
El Capítulo II, pag. 141, punto f) referido al CONSEJO CONSULTIVO
El inciso f) del Art. 136, mediante el cual se crea el Fondo de Fomento para la producción de programas de calidad, a cuyos beneficios podrán acceder los productores audiovisuales de todo el país que tengan proyectos al respecto.
Recomienda “El desafío de Oslo”:, uno de los documentos fundamentales respecto de la relación medios de comunicación-infancia:
“El desafío a los profesionales de los medios de comunicación de todos los niveles y en todos los medios consiste en:
• Concientizar a los profesionales de los medios de comunicación acerca de los derechos de los niños y las maneras en que se les puede proteger y fomentar mediante las prácticas profesionales correctas, o perjudicar como consecuencia de políticas y acciones inapropiadas;
• Trabajar con criterios éticos y profesionales acordes con las prácticas más razonables de los medios de comunicación y elaborar y difundir códigos éticos para esos medios, de manera que se eviten el sensacionalismo, las imágenes estereotipadas (incluso las que se relacionan con los géneros) y la desvalorización de los niños y sus derechos;
• Resistir las presiones comerciales que tienden a que no se dé suficiente prioridad a las cuestiones relacionadas con los niños y las niñas, y al derecho de la niñez a la libertad de expresión, a que se informe sobre la infancia de manera objetiva, y a que se la proteja de la explotación, incluso en lo que se refiere a los menores en su carácter de consumidores;
• Trabajar con el objetivo de estrechar y mejorar la relación entre los niños y las niñas y los medios de comunicación, de manera que los unos y los otros logren una comprensión mayor y más profunda de los aspectos positivos y negativos del poder y el potencial de la relación mutua.
El desafío al sector privado, incluidos los propietarios de los medios de comunicación, consiste en:
• Tener en cuenta, cuando se desarrollen nuevos productos y tecnologías de comunicación, el derecho de la niños al acceso y a la participación en los medios, a la educación sobre dichos medios y a la protección contra los contenidos perniciosos;
• Dar prioridad absoluta al interés superior de la niñez en las actividades que se emprendan con fines comerciales y financieros, de manera que los niños de hoy se conviertan en los adultos de una sociedad mundial en la que todas las personas disfruten de protección, respeto y libertad”.
Es innegable que el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual da respuesta satisfactoria a estos desafíos. Su sanción constituye un imperativo moral, cultural y político, dada su trascendencia histórica para la evolución de los derechos humanos, la cultura y el desarrollo del sector social prioritario de la Argentina: los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
En un coloquio organizado por el Consejo del BBC en junio de 1996, la “televisión de calidad” fue definida por el profesor Bart McGettrick -entonces director de la Universidad Bearsden, Glasgow, y miembro de EBC de Escocia- como aquella cuya misión es: "servir a la sociedad con la educación en todas sus formas, formal e informal, por la ayuda, el desarrollo y la innovación con el uso eficaz de los medios de difundir, y de otras tecnologías relevantes." A su juicio, el BBC no sólo existe para reflejar los valores contemporáneos, sino también para fomentar y promover aquellos que apoyen y estimulen el bien común. En su opinión, "una sociedad donde la dignidad del ciudadano introduce en cada situación la posibilidad de aprender es una ' sociedad virtuosa ' y cualquier sociedad que reduzca esa dignidad es una ' sociedad abusiva '".
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